La poca memoria histórica, la falta de planificación urbana, el escaso interés institucional en la agenda gris, la carencia de investigaciones geográficas, el clientelismo político, la individualización de los problemas urbanos, la ineficiencia social que no es capaz de prevenir el riesgo y se enfoca en corregir los desastres ya ocurridos. Todo esto forma parte de un conjunto que esconde los problemas de Palmichal y otros pueblos del Gran Área Metropolitana, entre ríos de riesgo.
Don Adilio Cárdenas aparta la cafetera ahumada del fogón porque ya el espacio que está entre las cuatro latas se empezó a llenar de humo. Se acuerda de cuando el río creció y tuvo problemas para salir de casa. Sus papás tienen 99 y 98 años y a los dos los tuvieron que sacar a pie y subirlos por la montaña, porque el río se desbordó a tal punto que la calle de piedra desapareció.
“Ahí perdone que la haya metido en este chiquero”, se despide.
No hay por qué disculparse. Su casa es de madera ya roída con algunas latas nuevas de zinc que le regalaron del partido Liberación Nacional el año pasado para que votara por Laura Chinchilla. No hay cinco metros de distancia entre su casa y el río Tabarcia que baja desde la montaña. Don Adilio junto con su papá, su mamá y su hermana, viven dentro del cauce del río.
Hace 3 semanas los derrumbes provocados por la tormenta Tomás los obligó a salir de allí, y aunque la Comisión Nacional de Emergencias declaró -preliminarmente- el sitio como Zona de Altísimo Riesgo, las 20 familias que habitan la zona en las mismas condiciones de don Adilio tuvieron que devolverse del albergue porque ya no había forma de mantenerlo abierto.
San Pablo de Palmichal fue una de las zonas más afectadas por los derrumbes y el desbordamiento de ríos en Costa Rica. Pero nadie murió y los medios de comunicación no llegaron a la zona hasta después de una semana. En el mapa se muestran fotografías de la zona ahora, 3 semanas después del derrumbe.
Heriberto Ureña es profesor de Geografía en la Universidad de Costa Rica y trabaja para el Ministerio de Planificación. Tiene 33 años de vivir en Palmichal y 18 luchando por un proyecto de vivienda digna para las familias que viven en condiciones insalubres e inhumanas en el lugar. Para él lo que hace falta es investigar, conocer las zonas antes de construir viviendas, dejar de dar permisos municipales por puro clientelismo político. Y planificar el riesgo, una práctica poco común en el país.
“Esto es parte de la ineficacia y la ineficiencia de la sociedad de planificar el riesgo. Sigue siendo la atención directa a los desastres, no hay prevención”.
Miguel Gutiérrez Saxe, director del Programa Estado de la Nación, afirma que en Costa Rica el ente responsable del ordenamiento urbano en Costa Rica es el Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (MINAET), sin embargo, las responsabilidades se reparten entre las municipalidades que dan los permisos de construcción y las instituciones que se culpan entre sí para no recibir pedradas.
Algunos culpan a la naturaleza. Pero don Adilio considera que es su amiga, ya ellos son amigos del río y no lo culpan de desbocarse. Al final quienes, lamentablemente, no deberían estar allí, son los seres humanos, pues el río está en su cauce normal.
La Ley de Aguas, prohíbe las construcciones a menos de 50 metros del margen del río, sin embargo las personas tienden a determinar el cauce del río por donde pasa el agua, pero cuando suceden este tipo de eventos, se dan cuenta de que los lineamientos para definir su propia cuenca, los da el río.
Estas 21 familias serán reubicadas en un plazo de uno a dos años muy cerca del lugar donde ahora viven pero con mucho menos riesgo. El lugar es una planicie en Palmichal y tendrán abastecimiento de agua, electricidad y telecomunicaciones. Allí se acaba un problema, pero comienza otro.
A las y los miembros de la Asociación de Desarrollo de San Pablo de Palmichal les preocupa que las personas del lugar no están acostumbradas a pagar agua ni electricidad y por ende no conocen sobre la importancia del ahorro, tampoco conocen sobre la manera adecuada de manejar los desechos sólidos y, al menos los adultos, están poco interesados en aprender al respecto. Las soluciones superficiales las da el Gobierno después de 18 años y una tragedia nacional, pero las verdaderas alternativas a largo plazo, son ellos mismos quienes las deberán construir.
"En los niños se ve la esperanza" asiente Laura Quirós, presidenta de la asociación de desarrollo de San Pablo de Palmichal. Se ve esperanzada en que las cosas todavía tienen posibilidades de mejora.
Los problemas de los sanpableños no se resolverán con algunas latas de zinc en campaña política, ni regalándoles casa a las personas que viven en tugurios. La sociedad necesita unión para lograr soluciones concretas, necesita investigar, escribir y recordar que en algún momento el río dejó de ser amigo para convertirse en amenaza, o tal vez la gente dejó de ser amiga del río e invadió su cauce. Siempre con el permiso de las municipalidades.